
El nacimiento del ilustrador moderno en España
Compartir
Durante el siglo XVIII, España vivió una transformación cultural, científica y política que dejó una profunda huella en las artes visuales. Fue en este contexto ilustrado donde comenzó a perfilarse la figura del ilustrador moderno: un profesional especializado en la imagen como forma de conocimiento, comunicación y divulgación. Este nuevo perfil de artista se fue consolidando al calor de las reformas borbónicas, el auge de la imprenta ilustrada y el desarrollo de instituciones académicas que profesionalizaron las artes gráficas.
La Ilustración y el impulso del saber visual
El siglo XVIII fue el siglo de la Ilustración, un movimiento de alcance europeo que apostó por la razón, la ciencia y la educación como motores del progreso. En España, bajo los primeros Borbones (Felipe V, Fernando VI y Carlos III), se llevaron a cabo importantes reformas encaminadas a modernizar el país. Este impulso reformista se reflejó en el fortalecimiento de instituciones como la Biblioteca Real (después Biblioteca Nacional), la Real Academia de la Historia (fundada en 1738) o la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (1752), donde se formarían muchos de los futuros ilustradores.
La necesidad de divulgar conocimientos científicos, técnicos, históricos y artísticos fomentó una nueva demanda de imágenes precisas, rigurosas y didácticas. La ilustración dejaba de ser meramente decorativa para convertirse en vehículo de información. El ilustrador moderno no solo dibujaba: observaba, documentaba y colaboraba estrechamente con autores, naturalistas, ingenieros y editores.
La profesionalización del grabador y el ilustrador
Uno de los grandes cambios de este periodo fue la diferenciación creciente entre el artista, el grabador y el ilustrador. Mientras que en siglos anteriores muchas funciones se solapaban, en el XVIII comienzan a definirse especialidades. El ilustrador ya no es solo un artesano: empieza a ser reconocido como un experto con formación académica, capaz de traducir conceptos complejos en imágenes legibles.
La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando desempeñó un papel crucial en esta transformación. Fundada en Madrid en 1752, no solo formaba pintores y escultores, sino también dibujantes y grabadores. Entre sus miembros y colaboradores destacaron nombres como Juan Bernabé Palomino, Jerónimo Antonio Gil o Manuel Salvador Carmona, todos ellos vinculados al mundo del grabado y la ilustración científica y técnica.
Ilustración científica y exploración del mundo
Uno de los campos donde la ilustración tuvo un papel esencial fue el de las expediciones científicas. Durante el siglo XVIII, la monarquía española organizó diversas misiones para explorar, clasificar y documentar los recursos naturales de sus territorios en América, Asia y Oceanía. Estas expediciones necesitaban ilustradores capacitados para registrar especies animales, vegetales y minerales con la mayor fidelidad posible.
Entre las más notables destaca la Expedición Botánica al Virreinato del Perú (1777-1788), dirigida por Hipólito Ruiz y José Antonio Pavón. A bordo viajaron también los ilustradores José Brunete, Isidro Gómez y José Guío, quienes realizaron cientos de láminas botánicas de enorme precisión y belleza. Estas obras no eran simples dibujos: eran documentos científicos, utilizados por botánicos europeos durante generaciones.
Otra expedición fundamental fue la Expedición Malaspina (1789-1794), de carácter más político y cartográfico, pero también con una importante componente artística. En ella participaron dibujantes como José del Pozo y Fernando Brambila, autores de vistas, retratos y escenas costumbristas que documentaron visualmente las tierras y gentes del imperio español.
La ilustración editorial y la cultura impresa
El siglo XVIII fue también una edad de oro para la imprenta ilustrada en España. La proliferación de libros científicos, manuales técnicos, atlas, enciclopedias, obras históricas y tratados artísticos demandaba un tipo de imagen funcional y atractiva. Editoriales como la Imprenta Real o la Imprenta de Sancha contaron con equipos de grabadores e ilustradores que producían láminas para libros de gran formato y lujo.
Un ejemplo paradigmático es la edición de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha publicada por Joaquín Ibarra en 1780. Esta edición, considerada una de las más bellas del siglo XVIII, incluía grabados realizados por artistas como Salvador Carmona, basada en dibujos de José del Castillo y Antonio Carnicero. No solo embellecían el texto, sino que lo interpretan visualmente, marcando una nueva relación entre texto e imagen.
La imagen como herramienta de Estado
En paralelo al auge de la ilustración científica y editorial, el siglo XVIII vio crecer el uso institucional de la imagen como herramienta de propaganda y pedagogía política. Bajo el reinado de Carlos III, la imagen se convirtió en un instrumento para educar al pueblo, divulgar las reformas y construir una identidad nacional moderna.
Se utilizaron ilustraciones en carteles, bandos, folletos y publicaciones populares que explicaban reformas sanitarias, urbanísticas y educativas. El diseño de estas imágenes debía combinar claridad, simplicidad y atractivo visual, por lo que los ilustradores debían dominar no solo la técnica sino también los códigos de comunicación masiva.
Hacia el ilustrador moderno
Al finalizar el siglo XVIII, la figura del ilustrador estaba plenamente consolidada como un profesional necesario en múltiples ámbitos: la ciencia, la educación, el arte, la cartografía y la comunicación institucional. El ilustrador ya no era un simple ejecutor de encargos gráficos, sino un mediador visual entre el saber y el público. Poseía formación académica, dominio del dibujo técnico y artístico, y una capacidad narrativa adaptada a distintos contextos.
Este nuevo modelo profesional sentó las bases de la ilustración contemporánea. Su legado perdura en la labor de artistas gráficos, diseñadores, divulgadores visuales y editores que, como los ilustradores del XVIII, entienden la imagen como una herramienta para comprender el mundo y transmitir conocimiento.
Fuentes consultadas:
-
López-Vidriero, María Luisa. La imagen como saber: ilustración y ciencia en el siglo XVIII español. Biblioteca Nacional de España.
-
Martínez, José Manuel. Ilustración y reforma en la España del siglo XVIII. CSIC.
-
VV.AA. Expediciones ilustradas: ciencia y arte en el siglo XVIII. Catálogo de exposición. Museo Naval.
-
Exposición "Cartografía de la Ilustración", Instituto Geográfico Nacional, 2018.
-
Biblioteca Digital Hispánica (BNE): grabados, láminas y ediciones ilustradas del siglo XVIII.